lunes, 9 de diciembre de 2013

Pasajeros entre paradas

Todos los días, entre parada y parada, comparten trayecto. Son abuelos y niños, estudiantes y jóvenes en paro, trabajadores y no tan jóvenes. Unos altos, otros bajos, con barba o sin ella, con gafas, sin gafas, con caras de felicidad o caras de tristeza...

Caras que nunca antes había visto. Caras que nunca más volveré a ver. Uno con cara de sueño apoyado contra el cristal. Una mirada cansada dirigida con ternura hacia un niño. Una mirada que se distrae con el paisaje. Una mirada desesperada al reloj. La mayoría de miradas atrapadas por una pantalla. La mayoría de pantallas son táctiles y de bolsillo. 

Gente fea, gente guapa. Moderna, anticuada.
Sola, acompañada.
Gente... Delante se respiran los nervios del primer día de trabajo. A su lado, agobiantes pensamientos intentando cuadrar los imposibles horarios el día. Detrás, música, fiel compañera. Se baja la alegría por una buena noticia recién dada. Se suben la pereza de ir a clase, la novedad del primer viaje en el tranvía, los problemas de la oficina y uno de los dos enamorados. 
Se empiezan a cerrar las puertas cuando corre hacia fuera un despistado, a saber qué pensaba.

Muchas historias escondidas, otros tantos secretos que caerán en el olvido, demasiados sentimientos, experiencias que no caben en palabras.
Hombres y mujeres que se cruzan todos los días, que comparten el mismo techo durante los minutos de trayecto. Hombres y mujeres tan distintos y sin embargo tan humanos. Todos cargan a sus espaldas valentía, decisiones, personas queridas, proyectos... Todos y cada uno de ellos son un enorme mundo, único, especial... 

Mujeres y hombres que perdieron la oportunidad de mirar a hombres y mujeres que jamás volverán a ver. Hombres y mujeres que jamás serán alegrados con tu sonrisa. Hombres y mujeres que jamás escucharán tu voz dirigida a ellos. Hombres y mujeres que jamás serán tocados instantáneamente por tu vida.

Hombres y mujeres que jamás... ¿O tal vez sí?


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