martes, 6 de octubre de 2015

Hacia abajo

Se volvieron a encontrar.

Uno, un día empezó a mirar hacia arriba, soñaba con subir, subir y subir. Empezó a superar peldaño tras peldaño (y a recurrir a algunos atajos) hasta verse en la cúspide. Dejó de mirar a su alrededor, tenía la vista fija en el escalón siguiente. No veía si quiera a la gente que pisoteaba en su ansiado ascenso. Pero una vez allí, en lo más alto de todo, los atractivos que se veían desde abajo ya no brillaban tanto. Eran solo espejos que reflejaban las grandezas del suelo.

Sin embargo, al otro le encantaba ir a todas partes saltando de alegría. Era algo que le nacía desde dentro, de manera que su felicidad estallaba entre brincos a veces incomprendidos. Como en esa escalera no podía saltar con tanta amplitud, decidió ir al suelo, ponerse al nivel de cualquiera. Pero al llegar descubrió el mundo con todo su esplendor, libre, grande, esperanzado. Y la vida le enseñó que cuanto más pequeño se hacía, más crecía el mundo. Cuanto más bajaba y se acercaba a los demás, más aumentaba ese algo que le hacía brincar.

Entonces un día se volvieron a encontrar. Uno y otro habían partido desde el mismo escalón, uno hacia arriba y otro hacia abajo. Se encontraron a medio trayecto, en el origen de sus caminos ya largamente recorridos. El de arriba lloraba de soledad, y se encogía por el peso de las cadenas que le ataban -para no caerse de la cúspide de la pirámide-. El de abajo describía los rostros de cada día, lleno de la libertad de saber que la caída es pequeña, ya que más abajo no se puede estar.

Impresionados por el contraste de sus realidades, los dos decidieron bajar. Uno le enseñó la delicadeza del equilibrio al que siempre se había acostumbrado, mientras el otro le daba la mano para lograr la confianza y la bondad que uno había olvidado hace tiempo.

Llegaron a abajo y aprendieron de todos los niños que -como un día ellos- saltaban de alegría con gracia y cierta temeridad. Aunque alguno -engañado por el falso y vacío brillo de los espejos- miraba desconsolado la cúspide de la engañosa pirámide.