miércoles, 11 de diciembre de 2013

Atraparé la Luna

A todos los que de alguna manera forman parte de mi vida.  
A todos los que han dejado una huella, profunda o inapreciable, al cruzarse nuestra historia o compartir mi camino. Gracias por enseñarme tanto.












Atraparé la Luna, descubriré el mundo 
y todo cuanto existe a tu lado. 

Abriré los ojos, me sentaré contigo 

para que me enseñes, despacio, 

el tesoro de la vida, lo bueno y lo malo. 

Saludaré a cada estrella que ilumine 

desde el firmamento cada paso, 

que de luz a la temida oscuridad, 

 acompañe a la incomprendida soledad. 

Atraparé los sueños que cultivemos 

en el camino de la esperanza 

cuando un día, de repente, echen a volar. 

Los cuidaré con tu cariño 

para que nos lleven, cuando crezcan, 

a disfrutar de los nuevos mares, 

a sumergirnos en otras profundidades. 

Atraparé tus luchas, de joven y niño, 

tus muertes y vejez, tu enfermedad, 

porque en cada uno de mis fracasos 

nunca me ha faltado una mano 

que me ayuda a seguir y levantar.

Quiero que sepas que es verdad, 

 que merece la pena confiar. 

Atraparé las palabras, cada canto 

que suene en mi caminar. 

Cada abrazo, cada encuentro, 

la experiencia, los abrazos, 

la distancia y el momento 

en el que después de tanta 

espera, al fin te pueda tocar.

Atraparé con atención y cuidado, 

todas las huellas me que dejas 

muy profundas o inapreciables, 

ya que cada una de ellas forma 

ahora parte de mi ser y de mi historia. 

Caminaré alegre, agradeciendo 

todo lo que, de alguna manera, me das. 

Atraparé la Luna, descubriré el mundo 

y todo lo que existe a nuestro lado. 

Atraparé la Luna, amaré el mundo,

aún cuando no pueda verte a mi lado.

María Armas López de Vergara




lunes, 9 de diciembre de 2013

Pasajeros entre paradas

Todos los días, entre parada y parada, comparten trayecto. Son abuelos y niños, estudiantes y jóvenes en paro, trabajadores y no tan jóvenes. Unos altos, otros bajos, con barba o sin ella, con gafas, sin gafas, con caras de felicidad o caras de tristeza...

Caras que nunca antes había visto. Caras que nunca más volveré a ver. Uno con cara de sueño apoyado contra el cristal. Una mirada cansada dirigida con ternura hacia un niño. Una mirada que se distrae con el paisaje. Una mirada desesperada al reloj. La mayoría de miradas atrapadas por una pantalla. La mayoría de pantallas son táctiles y de bolsillo. 

Gente fea, gente guapa. Moderna, anticuada.
Sola, acompañada.
Gente... Delante se respiran los nervios del primer día de trabajo. A su lado, agobiantes pensamientos intentando cuadrar los imposibles horarios el día. Detrás, música, fiel compañera. Se baja la alegría por una buena noticia recién dada. Se suben la pereza de ir a clase, la novedad del primer viaje en el tranvía, los problemas de la oficina y uno de los dos enamorados. 
Se empiezan a cerrar las puertas cuando corre hacia fuera un despistado, a saber qué pensaba.

Muchas historias escondidas, otros tantos secretos que caerán en el olvido, demasiados sentimientos, experiencias que no caben en palabras.
Hombres y mujeres que se cruzan todos los días, que comparten el mismo techo durante los minutos de trayecto. Hombres y mujeres tan distintos y sin embargo tan humanos. Todos cargan a sus espaldas valentía, decisiones, personas queridas, proyectos... Todos y cada uno de ellos son un enorme mundo, único, especial... 

Mujeres y hombres que perdieron la oportunidad de mirar a hombres y mujeres que jamás volverán a ver. Hombres y mujeres que jamás serán alegrados con tu sonrisa. Hombres y mujeres que jamás escucharán tu voz dirigida a ellos. Hombres y mujeres que jamás serán tocados instantáneamente por tu vida.

Hombres y mujeres que jamás... ¿O tal vez sí?