A todos los que han dejado una huella, profunda o inapreciable, al cruzarse nuestra historia o compartir mi camino. Gracias por enseñarme tanto.
Atraparé la Luna, descubriré el mundo
y todo cuanto existe a tu lado.
Abriré los ojos, me sentaré contigo
para que me enseñes, despacio,
el tesoro de la vida, lo bueno y lo malo.
Saludaré a cada estrella que ilumine
desde el firmamento cada paso,
que de luz a la temida oscuridad,
acompañe a la incomprendida soledad.
Atraparé los sueños que cultivemos
en el camino de la esperanza
cuando un día, de repente, echen a volar.
Los cuidaré con tu cariño
para que nos lleven, cuando crezcan,
a disfrutar de los nuevos mares,
a sumergirnos en otras profundidades.
Atraparé tus luchas, de joven y niño,
tus muertes y vejez, tu enfermedad,
porque en cada uno de mis fracasos
nunca me ha faltado una mano
que me ayuda a seguir y levantar.
Quiero que sepas que es verdad,
que merece la pena confiar.
Atraparé las palabras, cada canto
que suene en mi caminar.
Cada abrazo, cada encuentro,
la experiencia, los abrazos,
la distancia y el momento
en el que después de tanta
espera, al fin te pueda tocar.
Atraparé con atención y cuidado,
todas las huellas me que dejas
muy profundas o inapreciables,
ya que cada una de ellas forma
ahora parte de mi ser y de mi historia.
Caminaré alegre, agradeciendo
todo lo que, de alguna manera, me das.
Atraparé la Luna, descubriré el mundo
y todo lo que existe a nuestro lado.
Atraparé la Luna, amaré el mundo,
aún cuando no pueda verte a mi lado.
María Armas López de Vergara