sábado, 28 de febrero de 2015

Sorpréndeme

En esta tarde de otoño, me gusta cómo la luz se filtra en nuestro mundo. Me gusta cómo las pinceladas de nubes planean por el intenso azul y cómo, sin pensarlo, no es la naturaleza la única que me sorprende.

Me gusta esa conversación inesperada a la sombra de un árbol, la pasión de tus años expresada en cada arruga. También me gusta cómo extiendes la mano para que otros ni se caigan, ni tengan miedo al caminar. Me gusta tu mirada tierna cuando la coges en brazos, y esos ojos atentos a lo que él pueda necesitar. Me gusta el entusiasmo y la alegría que transmites, y el humor que siempre salva de la desesperación.
En esta tarde, en la que en algún lugar estarán cayendo hojas secas sobre la acera, me gusta cómo la luz acaricia tu sonrisa.
No es que crea que eres perfecta, sociedad.
Pero me gusta reconocer que tienes muchas cosas buenas, razones para la esperanza.

Sin embargo, te queda mucho por decir, por cambiar, por descubrir, incluso por gritar (gritar sin desgarrar la voz en la garganta, sino enseñando con la humildad de la verdad). No hace falta que lances aviones de papel sobre los que se aferren los deseos escondidos, ni que llenes el mar con botellas portadoras de un mensaje pidiendo auxilio. Pero sí estaría bien que resonara entre tu gente alguna pregunta, alguna inquietud... algo que haga levantar las cabezas y vaciar las manos. Que terminaras de despertar.
La música ya está sonando.
Solo falta que empieces a bailar.