jueves, 25 de diciembre de 2014

Nadie

Todos se creían distintos. Todos se sabían iguales.

Nadie les ha contado que es su humanidad lo que les hace iguales.
Nadie les ha contado que es su libertad lo que les hace únicos. 
Que, aunque pisen la misma tierra, transitarán distintos caminos.
Nadie les ha enseñado a ser valientes, a abrirse a otros.
Nadie les ha enseñado a pensar diferente y respetar cada diferencia.
Que la alegría es mucho más que un grito. Porque está claro: también los afónicos tienen derecho a estar alegres.

Todos se creían distintos. Capaces de ganar el mundo.
Todos se sabían iguales. Mismo número de pies y, con suerte, mismo número de manos.

Pero, como siempre, no escucharon a Nadie.
Todos, como siempre, olvidaron lo que habían aprendido con Nadie.
Todos se creyeron mejores -siendo iguales- que él.
Todos vieron en el error, la guerra; en la caída, la traición; en el juego, la amenaza; en el perdón, la mentira.

Todos menos un niño que, con todo lo bueno que tienen los niños, supo escuchar.
            Un niño que se equivoca al pronunciar sus primeras palabras.
                      Un niño que se cae cada vez que quiere caminar.
                                   Un niño que juega sin descanso.
                                        Un niño que solo conoce
                                                    la verdad.   






domingo, 21 de diciembre de 2014

Nosotros

Yo, 
con mis terremotos y temblores 
con mi ser y con mi forma 
con mi voz y con mi aroma 
con mis pasos y mis dones. 
 
Tú, 
con tu fuego y tus pasiones 
con tus tormentas  y tus olas 
con tus vuelos y sus sombras 
con tu mirar y tu horizonte. 
  
Juntos respiramos, 
buscamos nuestros faros 
y aceptamos cada eco 
convencidos de este intento
por acogernos tal y como somos.




 
 
 
 

jueves, 11 de diciembre de 2014

Para dar gracias

Si quisiera dar gracias 
 mirando mi vida, 
no podría olvidar 
los primeros pasos, 
las risas desahogadas, 
los primeros vocablos. 
No podrían faltar 
los atardeceres pintados 
ni las coloridas mañanas, 
ni la Luna que atrapamos. 
Ni las historias vividas 
 que sumergidas en la mar, 
y enraizadas en el monte, 
aún sueñan por el espacio. 
Si quisiera dar gracias 
no podría dejar atrás 
cada rincón del mundo, 
aunque quepan todos juntos 
en la maleta de algún explorador. 
No podría pasar 
del sabor a tierra del fracaso 
ni de toda su enseñanza 
para que hoy sea ilusión. 
Ni siquiera podría callar 
el explosivo arte, 
el arte –helarte- de la emoción, 
que con la respiración permite volar… 
El arte de sentir, de llorar, 
de acoger, de saltar, de expresar, 
de perder y de encontrar. 
El arte de vivir… El arte de amar. 
Si quisiera dar gracias 
empezaría por lo más importante 
cada profunda mirada, 
cada rostro, cada voz, cada mano. 
Cada persona que con su ser 
y con su nombre, 
viven guardados en mi corazón. 
Si quisiera dar gracias 
no podría decirlo: 
no cabe tanto en las palabras, 
ni en un verso, ni en la rima, 
ni en el ritmo, ni en la forma. 
Por eso no puedo dar las gracias, 
 pero como sí que quiero darlas 
 solo puedo aprender 
a agradecer con mi vida; 
aunque no tengo vida
para agradecer tanto.
 



domingo, 7 de diciembre de 2014

Espera esperanzada

Esperanza… ¿qué eres?
¿Un refugio en la tormenta,
un rayo de luz entre la niebla?
¿Eres impulso en la utopía,
eres aliento en cada vida?

¿Qué eres?¿Quién eres?
¿Esa sonrisa del que llora,
ese beso del que añora?
¿Esa mano que acompaña,
ese gesto que te salva?

Esperanza… ¿Dónde estás?
¿En el deseo más sentido,
el brillo de ojos de ese niño?
¿Por eso eres tan sencilla,
para no poder ser perdida?

Esperanza… tan necesaria
Esperanza… dulce confianza
Esperanza… faro encendido
Esperanza… pozo insaciable
donde cada alegría nace.