Sabes que no puedo
describir la forma de tus besos
ni el aroma de tus alas,
el color de las caricias
ni el calor de tus palabras.
Sabes que quisiera
predecir, con cautela,
cada una de tus arrugas
y acariciarlas y besar
tus heridas más profundas.
Aunque nos desgaste
el tiempo, volátil e infame,
con el roce de sus años,
ni siquiera la ausencia podrá
apartarme de tu lado.
Aunque a veces el silencio
interrumpa nuestro espacio,
serán mucho más fuertes
los desapercibidos detalles
y tu mirada transparente.
Perdóname así como soy,
porque es poco lo que te doy
cuando no hay expresión
ni canto ni danza ni paisaje
que sea grande en tu interior.
Sabes que no puedo
describirte con un verso,
ni a tu estar, tu luz o tu voz.
Pero si tuviera que llamarte
sin duda, de mis labios saldría amor.
jueves, 23 de julio de 2015
lunes, 13 de julio de 2015
FHAL
Aún
tengo tu mirada
clavada
en la retina.
Me
persigue,
de repente aparece
como en
aquellos días,
buscando,
esperanzada
luz en
la noche más temible.
Aún
encuentro en ella
esas
olas de mar sangrío
de
sueños muertos teñidas
al
sufrimiento, indiferentes.
No
comprenden que la vida
es
mucho más que un camino
que no
cabe entre fronteras.
Aún
recuerdo tu paciencia
llena
de fe y esperanza,
y en
cada ojo reflejado
lo poco
que nos hace diferentes:
la
experiencia de tus años,
el
dolor a tus espaldas,
tu
humanidad, mi indiferencia.
Aún lo
recuerda tu mirar,
no solo
las palabras hablan
lo
importante en el fondo
es lo
bueno que cada uno
guarda
sin máscaras ni despojos,
lo que
su corazón canta
con la
verdad de su propio amar.
No sé
si he aprendido
que a
los dos nos brillan
con el
mismo brío las estrellas.
Ni sé a
dónde me llevarán
el
desgarro y la impotencia,
si
caerán en esa cima
donde
ignoro todos los gritos.
Pero
aún veo tu mirada, Fhal,
clavada
en mi retina.
Me
busca,
me
saluda y me recuerda
lo
grande que es la vida.
No sé
qué encontrabas, Fhal,
en mi
pobre y torpe escucha.
Espero
que nunca deje
de hallarme
en cada esquina,
me
interrogue y despierte
del
solo verme a mí misma.
Aunque
no pueda una mirada
cambiar
a todo un mundo,
a mí sí
que me cambia…
Aún
espero tu mirada, Fhal,
grabándose
en mis pupilas.
Dándome
un poco de tu confianza
de tu
esperanza y justicia.
Que no
se me olvide pronunciar
tu
nombre, con toda tu vida.
Guardo
tu mirada, Fhal…
y te ofrezco la mía.
miércoles, 8 de julio de 2015
Preguntas de una tarde de verano
Hace algún tiempo, un joven tuvo una curiosa conversación con una niña -quizás no tan niña-. Mientras paseaban al ritmo del cansancio y la novedad por una ciudad cargada de historia, no sé muy bien por qué, él empezó a dibujar el sentido de las palabras. A medida que avanzaban, divertido, logró que ella le empezara hacer preguntas que -con cierto aire filosófico- él trataba de contestar. Así fue como se enfrascaron durante unos minutos en un juego de respuestas, buscando siempre sacar otra pregunta.
No recuerdo qué sucedió antes, si ella se aburrió, o si las preguntas se acabaron.
Pero aunque el juego terminó, a él se le intuía reflexivo, hambriento de más porqués.
De esos enraizados en la realidad. De los que despiertan algo dentro de nosotros. De los que cuando se trabajan, son capaces de removernos la conciencia. De los que te llevan a ser coherente. A ser tú mismo. Y a ayudar al otro a llevar su propia piel.
Las preguntas de una tarde de verano, despiertan mi hambre de preguntas. Tal vez, como simple espectadora, el recuerdo es un poco difuso, pero lo que me produjo escucharles empieza a despertar en esta mañana cualquiera. Tengo hambre de preguntas, tanto propias como ajenas. Que la gente se plantee. Que yo misma no sea indiferente... Por eso no te extrañes si alguna vez me ves sembrando interrogantes
jueves, 2 de julio de 2015
Cono-cimientos
Intento atraparlas mientras camino, pero las ideas se diluyen en el aire. A través de mi piel se escapan los conceptos que al ser transpirados desean, a toda prisa, experimentar la realidad de la que proceden. Con cada suspiro huyen de mí, pero al inspirar son -irremediablemente- atraídos de nuevo. Y cada paso supone un intercambio entre lo nuevo y lo que estaba ahí hace un momento.
Lanzaremos las redes si hace falta, pondremos las cañas de pescar, construiremos las más ingeniosas trampas. No desistiremos, al final alcanzaremos el conocimiento.
¿Y si nunca lo atrapamos?
Querido amigo, intentarlo merecerá la pena. No hay conocimiento más verdadero que el que se obtiene por el camino, entre magulladuras y arañazos, con mal tiempo o mar en calma. Y aunque es demasiado listo como para caer en nuestras redes, se acercará a nosotros porque compartiremos todos nuestros años en su mismo sendero.
Así es como dejó de perseguir ideas encantadas que huían de sus brazos, así es como se hizo amigo del saber, encontrado en la paciencia y la constancia, los cimientos que poco a poco sostenían lo que él iba construyendo. Así es como empezó a disfrutar con cada paso que daba, mientras enseñaba a otros a conocer al sabio amigo que se escondía en sus palabras.
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