jueves, 3 de septiembre de 2015

Tragedia

-Di pa-pá... paaapá... ¡muy bien! ¿y dónde está tu hermano?... Ahí está, sí

Ella sujeta a su hijo -aún bebé- entre sus brazos con sumo cuidado. No puede imaginarse nada que le haga tan feliz como su familia, el pequeño tesoro de su vida. Lo pone, despacio, entre los brazos del hermano, que mira a su madre con el orgullo de saber cuidar al pequeño. Ella, encerrada tranquilamente entre los brazos de su marido, disfruta contemplando esta imagen, intentando retener cada detalle en su retina. Los dos niños se ríen con la inocencia en sus labios y los adultos se unen a la alegría, dándole la espalda, por unos minutos, a la preocupación que lleva años arrojándose sobre ellos.




Siempre papá y mamá han soñado con un lugar en el que puedan volver a trabajar, y me hablan, emocionados, de lo que estudiaré en el colegio al que alguna vez podré ir. Mamá nos enseña a nosotros y a los vecinos algunas cosas. Es divertido cuando todos vienen a casa y ella nos premia si escribimos bien todas las letras y las palabras. Pero a veces oigo susurrar a los mayores, hablan de todo lo que les preocupamos. No deberían ponerse así, olvidan que me tienen a mí. Porque en los días que fuera hace mucho ruido me encargo de que los otros niños no pasen tanto miedo. Le doy la mano a mi hermano Aylan y a nuestro primo, y si también están los vecinos me invento algún juego con ellos. A veces los tíos nos hablan de cómo eran las cosas mucho antes de que yo naciera, al parecer podían comer varias veces al día sin ningún problema. La verdad es que no sé cómo consiguen ahora la comida, cada vez es más escasa y por eso nos duele frecuentemente el estómago.




No podemos seguir así. Somos unos privilegiados, podremos salir la semana que viene. Al final lo hemos conseguido.Tenemos mucho miedo, sabemos lo peligroso que puede ser. Pero es más peligroso quedarnos aquí. Ni siquiera este mes de agosto ha pasado sin bombardeos. Queremos lo mejor para los niños, aunque ahora por ello no tengamos nada. Lo dejamos todo atrás, esperamos encontrarnos algo mejor en la otra orilla, aunque sea la seguridad y un futuro más allá de la guerra. Embarcaremos en Alihoca y dejaremos atrás el país de nuestros padres. Lo importante es que vamos todos juntos, los cuatro. 




No recuerdo nada. Sé que estaba llorando y mamá me apretaba con demasiada fuerza la mano. Los otros también lloraban. Estábamos apretados y muy asustados, hasta que volcó la barca hinchable. Papá, no te preocupes, tranquilo. Cuando nadie te quería ayudar, después de esperar tantísimo tiempo, conseguiste llevarnos a este nuevo país. Lo has conseguido, eres libre de la guerra y la miseria, aunque intuyo que queda un durísimo camino por delante. 

Papá, todo el mundo me conoce. Estoy en todas las pantallas, pero nadie me quiere ver. Papá, estoy en todos los periódicos, pero no lo dudes: muy pronto todos me olvidarán. Me ven vestido con la camiseta roja, esa que tanto le gustaba a mamá. Todos intentan olvidarme con demasiada rapidez, intentan convencerse de que no pueden hacer nada. Tranquilo papá, saben mi nombre, pero solo soy un número más de todos los anónimos, de carne y hueso, que mueren en el camino de la esperanza, en el Cementerio de Europa. Papá, ya no podré ser un superhéroe, como siempre me decía Galip. Ni tampoco podremos ir a la escuela, como le hubiera gustado a mamá. 
Papá, no sé porqué estoy tirado en la arena, ni porqué las olas que primero me tragaron después me mecieron hasta aquí. Papá, solo sé que te quiero, y a mamá y a Galip. Papá, te queremos mucho. Papá, escucha, tranquilo, no llores más. Papá, déjanos quedarnos en ese lugar que tanto te gusta, déjanos quedarnos a los tres en un rinconcito de tu herido, pero enorme, corazón. 





"A ver si Europa se entera que no hay quien ponga barreras al sueño de la esperanza,
que el alma se aferra a un sueño y el sueño mueve las barcas"



1 comentario:

  1. Hace tiempo, María, que tengo un sueño. Te imaginas un mundo sin fronteras. Todos ciudadanos del mundo y con derecho a vivir donde quisiéramos. Creo que todos nos enriqueceríamos. Los humanos, creo, no somos racionales. Nos dejamos arrastras por las más bajas pasiones: el orgullo, la soberbia, los sueños de grandeza. Creemos que nuestra cultura, nuestra forma de pensar y nuestra raza es superior a las otras. Dentro de unos pocos años todos nosotros habremos desaparecidos y dentro de otros miles, pienso, nuestra cultura, nuestra civilización y nuestra raza.
    Espero y deseo que esa nueva civilización sea como tú sueñas.
    Sigue escribiendo, meditando y no dejes esa senda.
    Un beso.

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