domingo, 24 de agosto de 2014

Maldito interrogante

Dicen que es bueno que cada uno tengamos nuestros propios interrogantes sin resolver. Que acoger cada pregunta nos hace crecer de alguna forma. Que no demos nada por sentado, que nos cuestionemos todo...

Pero, ¿qué pasa cuando el “por qué” te lo arrojan desde fuera?

Aún siento los ojos llenos de agonía buscando alguna respuesta en mi rostro. Sin reprochar nada ni esperar nada de mí, simplemente compartiendo la incomprensión de la injusticia.

¿Qué dices, qué haces, qué contestas cuando una persona como tú pregunta –con un gran carácter retórico - el sentido de una cruel y dura realidad, de una verdadera realidad?

He crecido en una sociedad llena de privilegios y oportunidades. No he tenido que alejarme desde los 16 años de mi familia para poder tener un poco de comida, nadie me ha engañado a la hora de firmar un contrato ni he tenido que trabajar durante años para que me den unos papeles -que no sé si alguna vez entenderé la importancia que pueden tener- que no tengo la certeza de que me lleguen algún día.

Conozco mi tierra porque mi vida se ha desarrollado ahí, no porque la patera que prometía ser un puente hacia el progreso desembarcó en su costa. Y, sin embargo, mientras ellos se refugian en la esperanza, la gratitud y la alegría en una situación muy lejana a la mía, me dedico a liberar pensamientos negativos ante el mínimo tambaleo que pueda sufrir.

No, no entiendo por qué el dinero importa tanto. Ni por qué los derechos de las personas son una utopía. No entiendo que pongamos tantas barreras ante lo distinto, ni que siendo tan iguales nos veamos diferentes. No entiendo muchas cosas, no sé si algún día lo entenderé. Creo que prefiero no entenderlo.


Formará parte de esos interrogantes que quedan en el aire, de esas situaciones que -como si te echaran agua fría en la nuca- te acercan a la realidad. Malditos interrogantes, porque son una muestra de lo imperfecto que es el mundo. Pero son ellos los que nos mueven, quizás más por dentro que por fuera; los que remueven y transforman la fría pasividad en la inquietud que despierta vida en tu vida.