Nuestras miradas se buscaban. Jugaban a no coincidir. Bailaban en el tempo de cada día... Aunque solo te vi una vez. Y cuando me tocaba el turno de mirarte te descubría atento al cristal. Como queriendo estar fuera, como imaginando un pasado imposible de representar en un escenario tan cambiante como aquel, como intentando desprenderte de alguno de esos pesos que a veces nos molestan por dentro. O quizás solo planificabas lo que ibas a hacer esa mañana. Pero la verdad es que no lo creo. Tu mirada era mucho más profunda como para estar viendo simples horarios que intentan encajar.
Tan profunda que ahora, mucho tiempo después, aún la recuerdo. Y ya ves, sin ni siquiera conocer tu nombre, sabiendo que lo más probable es que no te vuelva a ver; escribo sobre tus posibles pensamientos, con la única presencia de tus ojos...
Juan Ramón Jiménez, ya mayor, escribió este poema donde explica su evolución poética. De joven y de viejo sencillez y simplicidad. El resto una poesía llena de maquillaje.
ResponderEliminarVino, primero, pura,
vestida de inocencia.
Y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes.
Y la fui odiando, sin saberlo.
Llegó a ser una reina,
fastuosa de tesoros…
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!
…Mas se fue desnudando.
Y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica,
y apareció desnuda toda…
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
Gracias por compartir! Gracias por esta poesía de Juan Ramón Jiménez
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