jueves, 21 de mayo de 2015

Mis monstruos

Hay a quienes les gusta observar y buscar monstruos. No... no son esos que ahora mismo tienes en tu mente. No son los que desaparecen detrás de la puerta del armario, ni los que se esconden en las sombras o debajo de la cama para asustarte por la noche. Si estos existen, solo son pasajeros. Sin embargo, después de toda una vida, he descubierto que hay algunos -de la otra clase de monstruos- que siempre me acompañan.


Te voy a presentar a la causa (o por lo menos gran motivación) de mi impuntualidad. Es pequeño, pero siempre deja una sombra gris enorme. Le encanta susurrarme al oído que todavía me da tiempo de hacer algo más. Su voz es tan convincente que me hace perder la noción de cada minuto. Ten cuidado porque con su tono hipnótico cualquiera se olvida del tictac. No me pidas su nombre, cuando voy a preguntárselo miro el reloj y... ¡qué tarde es! 


El más travieso de todos los que conozco vive en los pies de mi cama, sumergido entre las sábanas. En invierno se divierte jugando con mis calcetines, al muy graciosillo le encanta el escondite. Se pasa las mañanas riéndose mientras observa, divertido, cómo busco sin éxito el calcetín que me falta. (Si lo encuentras buceando también entre tus sueños, no olvides que siente una gran predilección por el del pie izquierdo)


Este es sin duda mi preferido. Nos peleamos mucho, pero le tengo un gran aprecio. Es algo así como el guardián del corazón. No te equivoques, no en el sentido cursi sino en el físico. Es el encargado de avisar cuando hay sobrepeso, para que juntos expulsemos algo fuera. Pero lo paradójico es que el mío lo hace al revés. Cuando estoy convencida de que está lleno, él insiste en meter una persona más, una causa perdida -o recién encontrada-, un nuevo rostro, un proyecto que parece que no tiene valor, un nuevo dolor que quiero ignorar. Él insiste en meterlo todo en el corazón. Y es cierto que a veces duele, porque hay que estirar el corazón y entrenarlo para que nadie se quede fuera. Pero no te preocupes, muchísima gente ha demostrado que el corazón es tan elástico que es capaz de guardar manadas enteras de elefantes. 

Y aunque cueste, la verdad es que merece la pena hacerle caso. Estoy convencida de que el tuyo hace lo mismo... 
Así que cuando lo escuches, aunque sea solo por hoy, hazle caso. Él conoce cada tejido que contiene tu universo, cada conducto por el que brota tu vida, cada latir que te mantiene en pie. Si de algo entiende, es de las dimensiones que tu corazón nació para abarcar.  


Para los buscadores de monstruos
que todos llevamos dentro



No hay comentarios:

Publicar un comentario