miércoles, 14 de agosto de 2013

¿Un grano de arena?

Todos aportamos nuestro granito de arena para que, granito más granito, obtengamos una montaña de arena, una playa. O al menos eso es lo que siempre se ha dicho.

Pero los granos de arena son pequeños, insignificantes. Pueden ser llevados por el viento con demasiada facilidad. Se empapan según le parezca a la marea, son inevitablemente calentados por el sol. Son pisoteados, lanzados, sacudidos. Incluso llegan a ser molestos cuando golpean con la fuerza de la brisa. ¿Cuántos nos llevamos cada vez que vamos a la playa? Cientos. Y sin embargo la arena sigue siendo la misma.

Además, son independientes. Cada uno sigue siendo el mismo esté aislado o en contacto con otros. No  existen las interacciones entre ellos. Lo mismo da que alguien haga un castillo de arena con ellos que cuando la obra arquitectónica vuelva a su forma original cada granito estará inalterado.


Son minúsculos comparados con nosotros mismos, que somos más grandes de lo que podemos percibir. Dar nuestro granito de arena es quedarse muy corto. Sin perder la humildad y sencillez de este, ni quiero ni me conformo con aportarlo. Tampoco creo que nadie aporte a su alrededor algo tan prescindible como UN granito de arena. Creo que damos mucho más. Pero entonces ¿cómo cambiamos el dicho?¿qué es lo que en realidad aportamos?






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