jueves, 2 de julio de 2015

Cono-cimientos

Intento atraparlas mientras camino, pero las ideas se diluyen en el aire. A través de mi piel se escapan los conceptos que al ser transpirados desean, a toda prisa, experimentar la realidad de la que proceden. Con cada suspiro huyen de mí, pero al inspirar son -irremediablemente- atraídos de nuevo. Y cada paso supone un intercambio entre lo nuevo y lo que estaba ahí hace un momento. 


Lanzaremos las redes si hace falta, pondremos las cañas de pescar, construiremos las más ingeniosas trampas. No desistiremos, al final alcanzaremos el conocimiento. 


¿Y si nunca lo atrapamos? 


Querido amigo, intentarlo merecerá la pena. No hay conocimiento más verdadero que el que se obtiene por el camino, entre magulladuras y arañazos,  con mal tiempo o mar en calma. Y aunque es demasiado listo como para caer en nuestras redes, se acercará a nosotros porque compartiremos todos nuestros años en su mismo sendero. 

Así es como dejó de perseguir ideas encantadas que huían de sus brazos, así es como se hizo amigo del saber, encontrado en la paciencia y la constancia, los cimientos que poco a poco sostenían lo que él iba construyendo. Así es como empezó a disfrutar con cada paso que daba, mientras enseñaba a otros a conocer al sabio amigo que se escondía en sus palabras.



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