lunes, 13 de julio de 2015

FHAL

Aún tengo tu mirada
clavada en la retina.
Me persigue,
de repente aparece
como en aquellos días,
buscando, esperanzada
luz en la noche más temible.

Aún encuentro en ella
esas olas de mar sangrío
de sueños muertos teñidas
al sufrimiento, indiferentes.
No comprenden que la vida
es mucho más que un camino
que no cabe entre fronteras.

Aún recuerdo tu paciencia
llena de fe y esperanza,
y en cada ojo reflejado
lo poco que nos hace diferentes:
la experiencia de tus años,
el dolor a tus espaldas,
tu humanidad, mi indiferencia.

Aún lo recuerda tu mirar,
no solo las palabras hablan
lo importante en el fondo
es lo bueno que cada uno
guarda sin máscaras ni despojos,
lo que su corazón canta
con la verdad de su propio amar.

No sé si he aprendido
que a los dos nos brillan
con el mismo brío las estrellas.
Ni sé a dónde me llevarán
el desgarro y la impotencia,
si caerán en esa cima
donde ignoro todos los gritos.

Pero aún veo tu mirada, Fhal,
clavada en mi retina.
Me busca,
me saluda y me recuerda
lo grande que es la vida.
No sé qué encontrabas, Fhal,
en mi pobre y torpe escucha.

Espero que nunca deje
de hallarme en cada esquina,
me interrogue y despierte
del solo verme a mí misma.
Aunque no pueda una mirada
cambiar a todo un mundo,
a mí sí que me cambia…

Aún espero tu mirada, Fhal,
grabándose en mis pupilas.
Dándome un poco de tu confianza
de tu esperanza y justicia.
Que no se me olvide pronunciar
tu nombre, con toda tu vida.
Guardo tu mirada, Fhal…

 y te ofrezco la mía.




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