viernes, 24 de enero de 2014

Hagámonos los locos

Llueve. Camino con cuidado para evitar resbalarme a la vez que aprieto el paso. Ya estoy llegando. Levanto la vista y nuestras miradas se cruzan. Tu cara me suena. Parece que tú también me has reconocido. Es lo que tiene el barrio, el colegio, la ciudad: tarde o temprano te encuentras con rostros conocidos. Casi he recorrido la mitad de la calle. Estamos a un par de pasos, misma dirección, sentidos contrarios. Bajas la vista al suelo. Reacciono mirando al frente. Es la extraña forma de saludar que tenemos algunos de los que vivimos en este siglo del progreso.



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