Existen los necesitados de vida.
Son quienes te piden fuego o un cigarrillo con la profunda esperanza de llegar a rozar una conversación.
Detrás de su interés por saber la hora necesitan tener la certeza de que todavía existen, que -aunque la sociedad les quiera callar- aún tienen voz. Más allá de su preocupación por la hora del partido de fútbol, se esconde la impotencia de quien se siente invisible.
La mayoría pasan desapercibidos, pero se encuentran entre toda la gente que ves cada día.
La mayoría pasan desapercibidos, pero se encuentran entre toda la gente que ves cada día.
Otros, por ejemplo, viven enjaulados con los que como ellos comparten una gran experiencia de la vida, cargando todo lo que conlleva tener esas sabias arrugas...
Mirar desde la ventana,
cómo se pasa la vida,
mirar desde una silla
sin poder mover las piernas.
Mirar desde la ventana,
y recordar con melancolía
la esperanza envejecida
de la joven flor del pasado.
Mirar desde la ventana,
los colores que animan
y olores que contagian
la alegría por la acera.
Mirar desde la ventana,
observar la rutina diaria
de los que caminan
libremente sin silla de ruedas.
Hace algún tiempo...
A ellos
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