sábado, 1 de marzo de 2014

Ligera de equipaje

Cuando estaba arrancando la segunda hoja del calendario, se detuvo. Cogió una maleta y metió todo lo que pensaba imprescindible y que, sin embargo, no le había aportado nada este año aún creciente. Entonces, cuando la llenó por completo, subió al monte y una vez sumergida en la espesa nube que atrapaban con decisión las ramas de los árboles, la dejó en el suelo. Y al compás de acordes que se congelaban en el aire fue sacando todo aquello que hacía que la maleta pesara tanto. Lo liberó todo, no quiso volver a atrapar alguna idea salvaje que le impedía ser ella misma. No quiso quedarse con esas excusas a las que tanto cariño tenía. Tampoco se olvidó de limpiar esas viejas telarañas que atrapaban su tiempo.
Cuando la hubo vaciado por completo, volvió a casa abandonando todo aquello junto con los días de febrero que jamás vendrían. Ya podía empezar otro mes sin pesos agobiantes, solo con lo que realmente la hacía feliz.



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